Un elefante imposible de ocultar

Por Claudio Pelaez Sordo

Cada vez es más difícil ocultar el elefante

Cada vez es más difícil ocultar al elefante

Muchos periodistas enfrentan el ejercicio escribiendo para sus lectores y a partir de sus rutinas productivas y políticas editoriales terminan escribiendo para sus gatekeepers. Una muy triste realidad en la Cuba de hoy, cuando realmente se necesita de un oficio audaz, entretenido y con menos lagunas informativas donde otros no puedan bañarse. Nuestras debilidades continúan como caldo de cultivo para la fortaleza de otros.

La Cuba que cambia desde sus aspectos económicos e inmediatamente repercuten en lo social, necesita de un periodismo a tono con esa realidad. Nuestro Partido Comunista de Cuba está en el deber de otorgarle a la prensa un papel cada vez más autorregulador y concentrarse en su tarea orientadora, solo así llegaremos a ese periodismo revolucionario que deberíamos definir sin caer en esquematismos, ni dogmatismos.

Con la discreta apertura de Internet los lectores tradicionales concientizarán (o confirmarán) la gran estafa que le ha hecho nuestro periodismo al percatarse de que ellos, en el contexto actual, son emisores en potencia, más que inquietos receptores.Aunque por el momento sucederá en menor medida pues quienes accederán a Internet serán los mismos que de una forma u otra lograban acceder por vías tan ilegales como caras.

La prensa debe convertirse en herramienta de control popular sobre los dirigentes y sacar a luz los problemas que ellos no logran ver por la altura. Y para ello la burocracia no puede actuar en defensa propia a la vez que extermina y desgasta el buen ejercicio periodístico. Solo los cobardes se esconden para defenderse y el burócrata osado tratará de pasarle gato por liebre al periodista; el buen periodista no lo permitirá.

No se le puede tener miedo a la reflexión, a la polémica, a la interpretación, a la información, a la problematización. Nuestro periodismo no puede continuar diciendo verdades que parecen mentiras, mientras otros dicen mentiras que parecen verdades. Cada vez se hace más difícil ocultar el elefante debajo del sofá que siempre estamos botando.

Peor aún es tener a periodistas escribiendo para que sus artículos y comentarios terminen arrinconados en un almacén por causa de la tardanza en la impresión de las publicaciones mensuales, imposibles de leer cuando llegan a los puntos de venta con escasos ejemplares divididos en varios números. ¿El internauta que pagará los 4,50 CUC (112 MN) la hora, le interesará visitar el sitio digital de la publicación retrasada para ponerse al día?

Lo lamentable del periodismo cubano es saber que cuenta con un talento subutilizado que espera por el momento de poner a tope sus capacidades reales. Quizás el momento llegue y se demuestre todo lo contrario. Entonces los temas que han recurrido por más de dos décadas  en los mismos espacios, en las mismas bocas y en los mismos oídos, al fin serán desplazados.

2 comentarios

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Enciende la mecha